Ayer fuimos al huerto a recolectar nuestras lechugas. ¡Nos esperaba una gratísima sorpresa! ¡Nuestros pequeños no podían dar crédito a lo que veían sus ojos!
Allí en el centro del huerto jovial, alegre, multicolor, con su simpática sonrisa estaba quieta e inmóvil Franccesca, la espantapájaros.
¡Bien..., ya no se comerán nuestras lechugas! Este comentario fue el más escuchado.
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